- Guillermina de Bohemia; una mística y curandera italiana, aunque probablemente de origen checo, que intentó reformar la estructura patriarcal de la Iglesia Católica al formar un culto católico de tendencia feminista, llegando a ejercer el rol que usualmente cumplían los sumo sacerdotes. Después de su muerte, sus seguidores la transformaron en una santa.
- Y Maifreda de Pirovano, quien fue la principal discípula de Guillermina y la posterior líder de una secta que pregonaría sus enseñanzas. Al igual que Guillermina, Maifreda celebró sus propias misas, criticó al Papado y administró sacramentos, cosas que estaban prohibidas para una mujer. En el año 1300, la Iglesia condenaría a Maifreda de Pirovano por herejía y la quemarían viva en una hoguera.
- Supuestamente, Juana fue una mujer que ocultó su verdadera identidad y sexo con el fin de acceder a la educación y a los cargos que únicamente estaban reservados a los hombres. Para ello, adoptó el nombre de Juan Ánglico, y "travestida" se unió al clero católico, en donde llevaría una vida eclesiástica. Con el paso del tiempo, Juan Ánglico adquiriría una relevancia tan importante dentro de la Iglesia, que sería escogido como Papa tras la muerte de León IV, llegando a ocupar el trono entre los años 855 y 858. Sin embargo, la Iglesia Católica posteriormente descubriría el engaño, despojándola del cargo y condenándola a la "damnatio memoriae" o "condena de la memoria", borrando así cualquier evidencia de su vida, obra y papado. Sin embargo, el pueblo, los rumores y las antiguas leyendas la recordarían popularmente como "Juana La Papisa", siendo la única mujer en ejercer dicho cargo.
- Nota importante: La presente publicación abordará a este Arcano desde un punto de vista histórico y artístico. Si usted desea conocer el significado esotérico, espiritual y adivinatorio de La Papisa, haga click en el siguiente enlace:
- Arcano II: La Suma Sacerdotisa / La Papisa
- Introducción
"Que la mujer aprenda en silencio y con toda sujeción, pues no permito que la mujer enseñe ni ejerza dominio sobre el hombre, sino que guarde silencio. Porque primero fue formado Adán, y después Eva; y el engañado no fue Adán, sino que la mujer, al ser engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia".
"Toda mujer debería caminar como Eva en el luto y la penitencia, para así poder expiar la ignominia del primer pecado, que es la causa de la perdición humana.
¿No sabes que también tú eres Eva? La condena de Dios a tu sexo perdura todavía hoy; tu culpa permanece aún.
¡Tú eres la puerta del Demonio!
¡Tú comiste del árbol prohibido!
¡Tú desobedeciste la primera la ley divina!
¡Tú convenciste a Adán, porque el Demonio no era bastante valeroso para atacarlo!
¡Tú destruiste la imagen de Dios, el hombre!
¡A causa de lo que hiciste, el Hijo de Dios tuvo que morir!
"Esposas, sométanse a sus propios maridos como al Señor. Porque el marido es cabeza de la esposa, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo; y él es su Salvador. Así que, como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus maridos en todo."
"Asimismo, esposas, sométanse a sus propios maridos, para que ellos, los que no creen en la palabra, sean ganados sin palabras por la conducta de ustedes, al observar su casta y respetuosa conducta. Su belleza no debe provenir de ornatos exteriores, como peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino del yo interior, que no perece, la belleza suave y tranquila de un espíritu sumiso y tranquilo, que es de gran valor delante de Dios".
“Dios mantuvo el orden de cada sexo dividiendo los asuntos de la vida en dos partes, y asignó los aspectos más necesarios y beneficiosos al hombre, y los asuntos menos importantes e inferiores a la mujer”.
"Las mujeres son inestables, propensas al error y mezquinas".
“No veo qué clase de ayuda fue creada la mujer para brindar al hombre, si se excluye la procreación. Si la mujer no es entregada al hombre para que la ayude a tener hijos, ¿para qué podría ayudarla? ¿Labrar la tierra juntos? Si se necesitara ayuda para eso, el hombre habría sido una mejor ayuda para el hombre. Lo mismo ocurre con el consuelo en la soledad. ¿Cuánto más placer hay en la vida y en la conversación cuando dos amigos viven juntos que cuando un hombre y una mujer cohabitan?"
“La mujer fue entregada al hombre, mujer que era de poca inteligencia y que quizás todavía vive más de acuerdo con los impulsos de la carne inferior que por la razón superior. ¿Será por eso que el apóstol Pablo no le atribuye la imagen de Dios?”
- Guillermina de Bohemia
"Jesús vio unas criaturas que estaban siendo amamantadas y dijo a sus discípulos: «Estas criaturas que están tomando pecho se parecen a aquellos que entran en el Reino de los Cielos». Ellos, sus discípulos, le preguntaron: «¿Podremos nosotros, haciéndonos pequeños, entrar en el Reino?» Jesús les dijo: «Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra deje de ser hembra; cuando hagáis ojos de un solo ojo y una mano en lugar de una mano y un pie en lugar de un pie y una imagen en lugar de una imagen, entonces podréis entrar en el Reino».
- Maifreda de Pirovano
Por otro lado, también tenemos que mencionar una obra artística publicada en el año 1306: "Fe", elaborada por el pintor y escultor italiano, Giotto de Bondone, y que forma parte de una obra todavía mayor: Los Siete Vicios y las Siete Virtudes.
En este caso, Giotto de Bondone personifica a la virtud de la fe a través de una figura femenina que a todos rasgos luce la vestimenta papal.
¿Es posible que Giotto de Bondone hubiese estado al tanto de figuras controversiales de su minuto, como Guillermina la Bohemia, Mainfreda de Pirovano, o incluso Juana de Ingelheim? No lo sabemos con exactitud y probablemente nunca lo vamos a saber. Sin embargo, es innegable notar que la pintura literalmente nos está mostrando a una mujer con atavíos papales. Además, Giotto de Bondone comenzó a trabajar en estas obras a comienzos del año 1303, es decir, poco tiempo desde de que Mainfreda fue ejecutada en la hoguera.
- Juan Ánglico / Juana de Ingelheim
Se cree que la elección de Juan Ánglico se debe a un conflicto político, pues el Imperio Franco, encabezado por el emperador Ludovico, apoyaba la candidatura del cardenal Anastasio de San Marcelo, famoso por su corrupción y tendencia a los favores políticos.
El Vaticano, oponiéndose a que el Imperio Franco adquiriera poder sobre la Iglesia, apoyó la candidatura de otros eclesiásticos, entre ellos Juan Ánglico, quien sería finalmente electo.
Según la leyenda, Juan era una mujer que nació en Maguncia, Alemania, en el siglo IX (de allí el pseudónimo de "Anglicus").
Por desconocimiento de la hora exacta en que se esperaba el parto, Juana dio a luz a un niño prematuro en plena calle. Y para empeorar las cosas, el parto se produjo sorpresivamente mientras dirigía una procesión religiosa desde la basílica de San Pedro hasta Letrán, específicamente en una callejuela ubicada entre el Coliseo y la Iglesia de San Clemente, justo en medio de una gran multitud de fieles.
Se dice que el bebé nació muerto; que Juana murió a los pocos minutos del parto, o que bien fue encarcelada y ejecutada, mismo destino de su amante.
Juana dando a luz
En un acto desesperado por ocultar el vergonzoso hecho, la Iglesia Católica borraría todo registro sobre la existencia del Papa Juan Ánglico: su vida, sus obras, legado y muerte, o lo que se conoce como "damnatio memoriae".
Para ello, los altos mandos de la Iglesia ejecutaron una rápida serie de decisiones, como por ejemplo, clausurar la calle en donde Juana dio a luz, prohibiendo cualquier procesión en el lugar, de lo contrario, se corría el riesgo de ser castigado por herejía.
También se llegó a la determinación de que los siguientes postulantes al trono de San Pedro, debían pasar por la prueba de la "silla stercoraria", en donde un examinador palpaba los testículos y el pene del candidato para comprobar si efectivamente se trataba de un hombre. Esta examinación se mantuvo vigente hasta el siglo XVII.
Martín el Polaco, sacerdote católico y canonista del siglo XIII, comentó en su obra, Chronicon pontificum et imperatorum lo siguiente:
"Juan el Inglés nació en Maguncia, fue papa durante dos años, siete meses y cuatro días y murió en Roma, después de lo cual el papado estuvo vacante durante un mes. Se ha afirmado que este Juan era una mujer, que en su juventud, disfrazada de hombre, fue conducida por un amante hacia Atenas. Allí se hizo erudita en diversas ramas del conocimiento, hasta que nadie pudo superarla, y después, en Roma, profundizó en las siete artes liberales (trivium y quadrivium) y ejerció el magisterio con gran prestigio. La alta opinión que tenían de ella los romanos hizo que la eligieran como papa. Ocupando este cargo, se quedó embarazada de su cómplice. Desconociendo el tiempo que le faltaba para dar a luz, Juana parió a su hijo mientras participaba en una procesión desde la basílica de San Pedro a Letrán, en una calleja estrecha entre el Coliseo y la iglesia de San Clemente. Después de su muerte, se dijo que había sido enterrada en ese lugar. El Santo Padre siempre evita esa calle, y se cree que ello responde al aborrecimiento que le causa este hecho. Juana no está incluida en la lista de los sagrados pontífices, por su sexo femenino y por lo irreverente del asunto".
Otro historiador católico, Jean de Mailly, comenta en su Chronica Universalis Mettensis (1254):
"Se trata de cierto Papa o mejor dicho Papisa que no figura en la lista de Papas u obispos de Roma, porque era una mujer que se disfrazó como un hombre y se convirtió, por su carácter y sus talentos, en secretario de la curia, después en cardenal y finalmente en Papa. Un día, mientras montaba a caballo, dio a luz a un niño. Inmediatamente, por la justicia de Roma, fue encadenada por el pie a la cola de un caballo, arrastrada y lapidada por el pueblo durante media legua. En donde murió fue enterrada, y en el lugar se escribió: 'Petre, Pater Patrum, Papisse Prodito Partum' [Pedro, Padre de Padres, propició el parto de la Papisa]. También se estableció un ayuno de cuatro días llamado «ayuno de la Papisa»".
Johann Burchard, sacerdote y cronista católico, quien además funcionó como maestro de ceremonia en las cortes papales de Sixto IV, Inocencio VIII, Alejandro VI, Pío III y Julio II, afirmó en su obra, "Liber Notarum", que aquella calle fue totalmente prohibida por el cuerpo católico, porque fue el lugar en donde Juan Ánglico parió a un niño, y que por lo tanto debía ser evitada. Incluso reprobó al Papa Inocencio VIII cuando rompió la costumbre de atravesar esta ruta:
"Después de la misa, el Papa dio la bendición y las indulgencias plenarias para la celebración pública. Luego, el Papa regresó en el mismo orden a su palacio en San Pedro; yendo por el campo de Flore, la calle de los Judíos y Santa María de Consolación; atravesando la corte por San Marco y la Vía Papal. Pero tanto de ida como de vuelta vino por el Coliseo y por aquel camino recto en donde estaba puesta la prohibición, pues, como se dice, fue en donde Juan Ánglico dio a luz a un niño: y por ello ningún Papa debe montar en aquella vía. Esto causó la reprensión por parte del arzobispo de Florencia, del obispo de Massano y de Humgon de Benzii, el subdiácono apostólico. El obispo de Pientinus me dijo que dicho acto fue una tontería y una herejía, pues es sabido que el Papa no debería haber ido por ese camino"
Otra prueba histórica la da el bien documentado proceso de Jan Hus, quien fue condenado por herejía tras afirmar, entre otras cosas, que el Papa es falible, y que hubo un pontificado dirigido por una mujer a la que llamó Inés (haciendo referencia a Juana). Los oponentes de Hus en el juicio insistieron que su argumento no probaba que la Iglesia podía independizarse del Papa, pero no negaron ni discutieron el argumento sobre la Papisa.
Hus dijo:
"Había una Iglesia sin cabeza y sin líder, cuando una mujer estuvo en el papado por dos años y cinco meses. La Iglesia debe ser inmaculada, pero, ¿puede ser inmaculado el Papa Juan, que resultó ser una mujer que públicamente dio a luz a un niño?"
Finalmente, Jan Hus fue ejecutado en la hoguera.
De igual modo, si nunca hubiese habido una mujer en el puesto Papal: ¿Por qué la Iglesia Católica impuso la prueba de la silla stercoraria?
Durante casi 600 años, cada Papa electo debía obligatoriamente sentarse en este artefacto, que se describe como una silla agujereada en el centro, tal como una taza de váter actual, con el fin de que un examinador palpase sus genitales, y así, poder dar prueba de su masculinidad.
Tras ello el examinador, normalmente un diácono, informaba solemnemente al pueblo que el Papa había superado la prueba, diciendo frases como "mas nobis nominus est" ("nuestro nominado es hombre"), "testiculos habet" (tiene testículos) o solo "habet", y recién allí se le entregaban las llaves de San Pedro que acreditaban su posición.
Curiosamente, nunca se registró ningún incidente, lo que corrobora que la silla stercoraria se instauró por el escándalo de Juan Anglicus.
Silla Stercoraria
Otro miembro del cuerpo católico, Félix Hemmerlin, haría referencia sobre esta prueba en su obra "De Nobilitate et Rusticitate Dialogus", del año 1490:
“Y para probar su valía, los testículos y el pene son palpados por los más jóvenes presentes, como prueba de su sexo masculino. Cuando esto se determina, la persona que los palpa grita en voz alta: 'Virgam et testiculos habet' ('Tiene pene y testículos') y todos los clérigos responden: '¡Deo gratias!' ('Alabado sea el Señor'). Luego proceden a la gozosa consagración del Papa electo".
En el año 1404, otro cronista y sacerdote católico, Adán de Usk, haría mención de esta prueba.
Adán viajó desde Gales a Roma, logrando presenciar la coronación del Papa Inocencio VIII. Durante este tiempo, Adán llevó un diario de todas sus observaciones, incluyendo una descripción detallada que incluye la palpación testicular a Inocencio.
Incluso, el Papa Alejandro VI fue obligado a someterse a la prueba de la silla stercoraria pese a que ya era padre de varios hijos, lo que confirmaba su género y virilidad.
Según la Iglesia, dicha prueba fue impuesta para seguir el ordenamiento de Levítico 21:20, que dice que ningún hombre que sea ciego, bizco, manco, jorobado, cojo, enano, deforme o castrado podría optar al puesto de sacerdote, y en consecuencia al Papado.
Pero, de ser así: ¿Por qué dicha prueba no fue impuesta desde los primeros días del Vaticano? Y más concretamente aún; ¿Por qué después del siglo IX? ¿Por qué existió tanto esmero en confirmar si un postulante al trono papal era realmente un hombre?
Alejandro VI sometiéndose a la silla stercoraria
Lo mismo ocurre con la calle en donde Juana supuestamente dio a luz; ¿Por qué la iglesia prohibiría, coincidente y precisamente, que las procesiones cruzaran por este sector?
Con anterioridad las procesiones papales solían avanzar por esa parte sin ningún tipo de problema, pero después fue evitada. El Vaticano se excusó diciendo que dicha calle era muy estrecha, y que por este motivo fue descartada como parte de la ruta.
El famoso autor italiano, Giovanni Boccaccio, publicaría en el año 1362 su obra "De mulieribus claris", que recopila información biográfica de lo que serían las 106 mujeres más importantes de la historia, la mitología y la religión hasta ese momento.
En dicha lista, Boccaccio incluye a Juana La Papisa, y sobre ella informa:
"Juana era sólo un hombre por nombre, pero por sexo era mujer. Su inaudita temeridad hizo que se hiciera conocida en todo el mundo, incluso en la posteridad. Algunos dicen que nació en Maguncia, y otros en Gilibertus, pues apenas se le conoce su nombre real antes de que asumiera el pontificado. Según se afirma, Juana fue amada por un joven escolástico, a quien dicen que amaba tanto que, vencida por la vergüenza virginal y el miedo femenino, huyó a escondidas de la casa de su padre para viajar con él, pero con apariencia y nombre cambiado. Juana fue estimado por todos como un clérigo, y se esforzó en los estudios de las letras. Entonces, cuando supo que era fuerte en talento y, atraída por la dulzura del conocimiento, no quiso declararse mujer. Perseverando vigilantemente en sus estudios, hizo tales progresos en las letras sagradas y liberales al punto de que fue considerada como una inminencia entre los demás. Y así, dotada de un conocimiento maravilloso, y ahora de edad avanzada, se mudó de Inglaterra a Roma; y allí durante algunos años fue distinguida entre el público, sobresaliendo también en singular honestidad y santidad, siendo un hombre de confianza para todos.
Debido a su fama, sucedió a León en el papado, y se le bautizó con el nombre de Juan. Esta decisión se tomó con el común consentimiento de los más venerables padres. De haber sido un hombre, ella hubiese sido el octavo Papa en obtener el título de Juan. Sin embargo, es sabido que no es posible ascender al asiento del Pescador y a todos los ministerios sagrados de la religión cristiana siendo mujer, sin embargo, el apostolado y la vicaría de Cristo en efecto, alcanzaron su apogeo en algunos años con una mujer.
Ciertamente, Dios desde lo alto, teniendo misericordia de su pueblo, no permitió que una mujer continuara ejecutando tan distinguido puesto, presidiendo a un pueblo tan desgraciado.
Por tanto, por persuasión del Diablo, que la había inducido a la maldad y a la refrenada audacia en su pontificado tan exaltado, cayó en el ardor de la lujuria. Tampoco a ella, que desde hacía tiempo sabía fingir su sexo, le faltaban habilidades para llenar la lascivia.
Aquella sucesora de Pedro fue a montar y ¡oh crimen indigno, oh invencible paciencia de Dios! Aquella que había sido capaz de fascinar los ojos de los hombres durante mucho tiempo, fracasó en su capacidad de ocultar su embarazo. Porque cuando estaba más cerca de lo esperado en la frontera, celebrando el sagrado Amburbia entre el Coliseo y el edum del Papa Clemente, la partera no fue llamada, pero se vio obligada a aparecer, pues se hizo público el engaño que había perdurado durante tanto tiempo, más allá del amor de la gente. Y así fue arrojada por los padres a las tinieblas junto con su descendencia. Para detestar la impureza y perpetuar la memoria del nombre, los sumos pontífices, por petición del clero y actuando como guías para el pueblo, aborrecen aquel lugar de nacimiento, evitándolo y avanzando por otras ensenadas y calles, huyendo de aquel lugar detestable. De este modo completan el viaje de la procesión emprendida".
Pero la historia no termina aquí.
Con Juana muerta, el ya mencionado cardenal Anastasio, utilizando su maliciosa influencia y favores políticos; aprovecharía la oportunidad de tomar el cargo por la fuerza y usurpar el trono, transformándose en un "Antipapa".
Ante esta problemática se llevaron a cabo nuevas elecciones, siendo electo el sacerdote Benedicto III.
Sin embargo, por órdenes de Anastasio, Benedicto fue hecho prisionero y encarcelado.
Esto causó una grave polémica en Roma, y el mismo Ludovico decidiría retirar su apoyo.
Anastasio fue excomulgado y desterrado a la vida monástica, en donde ejercería como bibliotecario. Por su parte, Benedicto III pudo finalmente ejercer sobre el trono de Pedro, aunque su reinado sería muy breve pues moriría por razones naturales al poco tiempo.
Varias décadas después, el ex cardenal Anastasio, ahora conocido como Anastasio el Bibliotecario, compondría lo que sería su obra más importante, el "Liber pontificalis", un libro en donde narra la vida y el gobierno de cada uno de los pontífices que estuvieron a cargo del trono papal hasta ese minuto.
Por obvias razones, y también, a modo de venganza, Anastasio decidió omitir por completo el nombre de Juana o Juan Ánglico de su lista, borrándola para siempre de la historia.
Juana La Papisa dando a luz
En lo personal, recomiendo empedernidamente la novela histórica de Donna W. Cross: "La Papisa", publicada en el año 1996.
Este libro recrea, a través de un relato electrizante, ágil y adictivo, lo que pudo haber sido la vida y obra de Juana de Ingelheim, desde su más temprana infancia hasta sus últimos días dentro del Vaticano.
El relato de Donna se cimienta a través de diversas fuentes bibliográficas y años de investigación, lo que le entrega aún más sustento a la obra.
La Papisa es por lejos uno de mis libros favoritos de toda la vida, y literalmente lo devoré en muy pocos días.
En el año 2009, la novela fue llevada a las pantallas del cine bajo el nombre de "La Pontífice", con la actriz Johanna Wokalek interpretando a Juana/Juan.
Sin embargo, como suele ocurrir con la mayoría de las adaptaciones cinematográficas, la película es apenas un ápice de lo que se plasma en el libro.
Por lo tanto, si usted desea tener una lectura cautivante y conmovedora, le sugiero sin lugar a dudas La Papisa de Donna W. Cross.
- Entonces: ¿Cómo es que se pudo concebir una carta llamada La Papisa en pleno medioevo?
A lo largo de este escrito hemos observado que la mera sugerencia de de una Papisa podría llegar a considerarse un insulto y una herejía hacia el Papa, pues la Iglesia Católica no solo condenaba la idea de que la figura del Sumo Pontífice fuese imitada o trivializada, sino que además se mostraban todavía más inflexibles al ver que tal representación fuese realizada por una mujer, como ocurrió en los casos de Guillermina y Maifreda.
Entonces: ¿Cómo es que Visconti no tuvo repercusiones al momento de elaborar su Tarot?
La respuesta es evidente: el poder de la familia Visconti.
Los Visconti fueron una de las familias más poderosas, ricas e influyentes de Italia durante la Edad Media y el Renacimiento. Su dominio sobre la región de Lombardía, con Milán como centro neurálgico, les otorgó un poder significativo tanto en el ámbito político, militar y económico.
Filippo María Visconti, en particular, fue uno de los miembros más destacados de la familia Visconti y uno de los gobernantes más poderosos de su época.
Filippo ascendió al poder como Duque de Milán en el año 1412 tras la muerte de su hermano mayor; Giovanni Maria Visconti, quien a su vez heredó el trono de Milán después del fallecimiento de su padre, Gian Galeazzo Visconti, en el año 1402. Giovanni Maria era particularmente conocido por ser un gobernante cruel y brutal, pues solía ejecutar a sus enemigos y prisioneros con la feroz ayuda de su jauría personal de perros mastines. También, aficionado a la caza, solía realizar cacerías humanas.
Aunque no era necesariamente un gobernante pacífico, Filippo María, sucesor al trono, utilizaba métodos más diplomáticos para mantener el control sobre su territorio y expandir la influencia de la familia, siendo un gobernante astuto y pragmático al momento de manejar las complejas dinámicas políticas de la Italia de su tiempo.
Las regiones controladas por los Visconti se convirtieron en un próspero centro de comercio y manufactura industrial, sobre todo por la posición estratégica de Lombardía, que le permitía funcionar como el epicentro de una ruta de comercio que conectaba a Italia con el resto del Mediterráneo y Asia Menor, tanto por vía terrestre como marítima.
Bajo el gobierno de Filippo María Visconti, Italia experimentó un período de relativa estabilidad y prosperidad. Visconti implementó políticas económicas y comerciales que impulsaron el crecimiento económico de la región y fortalecieron su posición como centro comercial y financiero.
El poder de los Visconti fue tan contundente, que hasta tuvieron la osadía de rivalizar con el Vaticano.
Uno de los episodios más significativos fue la guerra entre Milán y los Estados Pontificios por el control de Bolonia en 1360. Bolonia era una ciudad estratégica en el norte de Italia y su control era disputado tanto por los Visconti como por el Papado. Bernabé Visconti, quien gobernó Milán entre el 1354 y el 1385, desafió directamente la autoridad papal sobre la región al anexar diversos territorios.
El conflicto se intensificó en el año 1375, cuando el Papa Gregorio XI excomulgó a Bernabé Visconti. En respuesta, Bernabé confiscó los bienes eclesiásticos de la región y expulsó a los funcionarios papales de Milán. Esto llevó a una escalada de tensiones y finalmente al estallido abierto de la guerra en 1377, cuando las fuerzas papales y las milanesas se enfrentaron en combate.
La guerra fue feroz y prolongada, con batallas y escaramuzas en toda la región de Lombardía. Sin embargo, a pesar de algunos éxitos iniciales, las fuerzas del Papa no lograron derrotar a los Visconti. La guerra finalmente llegó a su fin en el 1378.
La incapacidad del Papado para derrotar a los Visconti en la guerra socavó su autoridad política en la región. Esta derrota contribuyó a debilitar la posición del Papado en Italia septentrional y a reforzar la autonomía política de la familia Visconti.
Esta relación conflictiva puede rastrearse desde los primeros días de la gobernación Visconti. Por ejemplo, Matteo Visconti, quien se convirtió en Señor de Milán en el año 1295, después de ser nombrado Capitán General de la ciudad por el emperador Enrique VII del Sacro Imperio Romano Germánico, entró en conflicto directo con las fuerzas papales.
En ese momento, Milán y la región circundante estaban inmersas en una compleja red de rivalidades políticas y conflictos territoriales entre diversas facciones, incluyendo al Papado, que buscaba mantener su autoridad sobre la región de Lombardía. El nombramiento de Matteo como Capitán General, que le otorgaba un grado significativo de autonomía y poder político en la zona, se percibió como una amenaza por parte del Papado, que buscaba mantener su influencia en la ciudad y en la región.
Incluso, se cree posible que el juicio y la ejecución de Maifreda en el año 1300, haya estado motivada por una lucha de poder e influencia política, ya que al ser prima de Matteo Visconti, el Papado no desaprovecharía la oportunidad de tomar cartas en el asunto y golpear de esta manera a su enemigo político más importante.
En algunos documentos contra Matteo Visconti, el mismísimo Papa Juan XXII, además de acusarlo directamente de herejía y de otros cargos similares, añade que Matteo intentó intervenir en vano en la ejecución de Mainfreda:
"Sus enormes crímenes demuestran que es un vástago de la herejía, y sus antepasados han sido sospechosos de ello, e incluso algunos han sido quemados. También tiene por funcionarios y confidentes a herejes como Francesco Garbagnate, a quien se le habían impuesto cruces. Matteo Visconti también se opuso a la Inquisición de Florencia al interponerse a favor de Maifreda, que fue quemada. Visconti es un invocador de demonios, buscando de ellos consejos y respuestas; niega la resurrección de la carne; ha soportado la excomunión papal durante más de tres años, y cuando fue citado para ser examinado sobre su fe se negó a comparecer".
[Papa Juan XXII sobre Matteo Visconti, 1322]
Dos años antes, en 1320, el Vaticano diría lo siguiente con relación a Matteo, incluyendo su relación con Mainfreda:
"Declaro que si no se hubiera detenido cuando se procedía contra Mainfreda y su herejía, debido al temor que infundía Matteo, quien entonces gobernaba en Milán, muchas cosas habrían sido dichas e inventadas contra la fe que no fueron reveladas, porque aquellos que sabían, por temor a Matteo, no se atrevieron a revelar.
Declaro que he oído que Mateo intercedió por algunas personas difamadas por herejía durante los procedimientos contra Mainfreda, la hereje quemada.
Declaro que Matteo, entonces Señor de Milán, intercedió por un tal Guido Stanpherio, quien fue acusado y sospechoso de herejía por su relación con Mainfreda o Guillermina, y con sus súplicas lo liberó.
Sobre la resurrección y la providencia divina, Matteo no cree en la resurrección de la carne ni en la providencia divina en relación con los actos humanos.
Declaro que he oído de Matteo mismo que cuando un hombre muere, su alma va donde debe ir y su cuerpo nunca resucita para el juicio.
Declaro que la madre del mencionado Matteo estaba relacionada con Mainfreda, la hereje quemada.
Declaro que Matteo rogó por la liberación de Mainfreda, la hereje, ya apresada y lista para ser entregada al juicio secular.
Declaro que Matteo tuvo una hermana por parte de su padre Garafola que se casó con Corniti de Curtenova, receptor y creyente de herejes y cuyo castillo fue completamente destruido por los inquisidores.
Declaro que en su dominio ató a sí mismo a consejeros y secretarios sospechosos y señalados de herejía, a saber, al conde Otolino de Curtenova, su primo hermano, quien negaba el purgatorio diciendo que los clérigos habían inventado esto por lucro; también a Francesco Garbagnate, quien era de la secta de la mencionada y que por esto fue cruzado; también a Scotti de Santo Geminiano, marcado por favorecer a los herejes; también a Francisco de Parma, quien en sus funciones molestó repetidamente a los inquisidores y recientemente fue privado de todo cargo público en Pavía por un inquisidor, además de ser condenado por oponerse abiertamente al oficio de la Inquisición: también a Otón y Godofredo de Castana, hijos o nietos de herejes; también a Andrea [Saramita], quemado por hereje, Alberto de Novate, Otolino de Garbagnate, Felesino Tarentano, Francisco de Malcasata, todos cruzados.
Declaro haber oído que el maestro Antonio de Parma, quien es consejero y médico del mencionado Matteo, es un gran hereje.
Declaro que muchas veces y en muchos lugares obstaculizó el oficio de la Inquisición de la herejía, ya sea por sí mismo o por ministros u oficiales".
Como podemos apreciar, el odio y el desagrado entre ambas facciones fue más que notorio. El Vaticano deseaba la caída de la familia Visconti por asuntos e intereses geopolíticos y económicos, sin embargo, los Visconti, liderados por Matteo, no se dejaron avasallar por los bulos y las amenazas del papado, y continuaron siendo contrarios a sus fuerzas e intereses.
Cuando Matteo y sus hijos no se presentaron en Aviñón para responder a los cargos impuestos en dichos documentos, los Visconti fueron debidamente declarados herejes y el interdicto que estaba vigente continuó. Matteo dimitió como gobernante de Milán en favor de su hijo Galeazzo. Murió menos de un año después de ello y fue enterrado en tierra no consagrada. El Papa lanzó un ataque militar que los hijos de Matteo derrotarían.
A partir del año 1341, un nuevo Papa, Benedicto XII, mostraría una postura más diplomática para con la familia Visconti y el cruce de intereses en Lombardía. Pero todo llegaría a su fin cuando Bernabé Visconti fue condenado por herejía un 3 de marzo de 1362 por el Papa Urbano V, lo que terminaría desencadenando, tiempo después, las cruentas guerras ya mencionadas.
Todos estos datos sirven para que podamos apreciar la influencia y el poderío de los Visconti, que ni siquiera se dejaron avasallar por las fuerzas del Vaticano.
Esto tiene mucho sentido si además consideramos que muchas barajas de Tarot de la época, casi contemporáneas a las de Visconti, excluían a la carta de La Papisa. Por lo tanto, podemos inferir que nadie más se atrevía a darse esta especie de lujo o de libertad.
Otro punto igual de interesante, radica en el hecho de que Filippo María Visconti incursionó en áreas de pensamiento que la Iglesia Católica mantuvo bajo represión durante siglos, como el Platonismo y los movimientos paganos. Recordemos que Visconti era estudioso de Pletón, un importante místico y filósofo de Constantinopla que revivió el pensamiento griego y egipcio en la Europa católica. De hecho, fue esta clase de abertura la que también tendría influencia en la elaboración del Tarot como tal, puesto que dicha baraja tendría influencia de varias corrientes religiosas y espirituales, sólo que la iconografía cristiana terminaría prevaleciendo como un método para mantener el status quo de la sociedad, sobre todo en una época en donde los intelectuales y los reformadores podían llegar a parar a la hoguera.
La popularidad del Tarot a mediados del siglo XV, herramienta ideada por el mismísimo Filippo Maria Visconti, adquirió una popularidad tan grande que se masificó en toda Italia.
Como era de esperar, la Iglesia condenó su práctica. En un manuscrito denominado "Los sermones De Ludo Cum Aliis", que data de mediados del siglo XV, un monje franciscano prohíbe tres juegos de mesa: dados, naipes, y "Triunfos", que era como se le conocía al Tarot en ese entonces:
"En cuanto al tercer juego de este tipo, conocido como Triunfos, no hay nada en el mundo que pertenezca a juegos tan odiosos a Dios como este juego. Parece, de hecho, que contiene toda deshonra a la fe cristiana, tal como se manifiesta en cada una de sus láminas. Se dice y se ha creído que los triunfos, así llamados, fueron nombrados así por su inventor el diablo, porque ningún otro juego triunfa sobre la destrucción del alma como en éste. En el cual no sólo son Dios, los ángeles, los planetas y las virtudes cardinales desigualmente colocados y nombrados, sino que las verdaderas Luces del Mundo, es decir, el Papa y el Emperador, también son forzadas, lo cual es absurdo, y es la mayor desgracia para los cristianos entrar en este juego. Los 21 triunfos son de hecho los 21 escalones de una escalera que llevan a las profundidades inferiores."
En dicho sermón, los monjes franciscanos realizarían una lista sobre los Arcanos de la baraja, y sobre la Papisa dirían:
"¡Oh miserables!, lo que la fe cristiana niega."
Ese "niega" es ciertamente intrigante, pues nos corrobora que la Iglesia tenía una postura firme en contra de la figura de una supuesta Papisa. Esto podría relacionarse con la conocida y popular historia de Juan Ánglico, o bien, a la mera e inquebrantable postura machista de la Iglesia Católica al impedir que las mujeres pudiesen tener acceso al sacerdocio, y mucho menos al trono papal.
Evidentemente, la presencia de La Papisa en la baraja de Visconti se tomó como un insulto y como una herejía en contra de los principios cristianos. Sin embargo, el Vaticano nada podía hacer en contra de ello, más que condenar su práctica.
Y sobre el Papa del Tarot los monjes también dirían:
"¡Oh Papa por qué... Tú que debes gobernar con completa santidad, también estos criminales te hacen su jefe!"
Esta situación complicaba la capacidad de la Iglesia para prohibir o censurar dichas prácticas, ya que implicaba el tener que enfrentarse, nuevamente, a la poderosa familia Visconti, lo que podría desencadenar conflictos aún mayores. De esta manera, la Iglesia se vio obligada a equilibrar sus objeciones teológicas con consideraciones políticas y diplomáticas en un contexto donde la autoridad secular y la eclesiástica se entrelazaban de manera compleja.
Sin embargo, en algunas barajas posteriores, la figura de La Papisa, y también la del Papa, serían reemplazadas por otras figuras, aunque dicho cambio no terminaría perdurando con el paso del tiempo.
Veamos ahora, la evolución de La Papisa en el Tarot.
- Evolución de la carta: La Papisa a lo largo del tiempo
Como es natural, vamos a comenzar con la baraja de Tarot más antigua y mejor conservada de la historia: la Visconti.
La ilustración probablemente retrata a Mainfreda de Pirovano, que también se alimenta con Guillermina de Bohemia y la historia del Papa Juan Ánglico, quien, como ya vimos, fue en realidad una mujer llamada Juana de Ingelheim.
En esta baraja, La Papisa se encuentra retratada como una figura mística y serena, aunque en su rostro se puede apreciar cierto aire de severidad maternal. La Papisa viste con un hábito monástico que era típico de las monjas renunciantes del medioevo, pero ornamentada con algunas piezas características del sacerdocio masculino, incluyendo la gran corona papal sobre su cabeza, que la equipara y la deja al mismo nivel del Sumo Pontífice.
Sus mantos caen al piso de manera suave y fluida, evocando la conexión con el mundo terrenal. En su mano izquierda, la Papisa sostiene un libro abierto, representando el conocimiento y la sabiduría. Este libro puede interpretarse como la revelación de secretos ocultos o como un símbolo de enseñanza y comprensión espiritual. También puede ser una referencia a las obras de Guillermina y Mainfreda, que fueron quemadas por la Inquisición.
De igual modo, La Papisa del Tarot Visconti nos recuerda a la ya mencionada "Fe" de Giotto de Bondone.
Cabe decir que Bonifacio Bembo, el artista contratado por Visconti para producir e ilustrar su Tarot, conocía el trabajo de Bondone, llegando incluso a inspirarse en algunas de sus figuras, como ya lo comenté en el caso de EL LOCO.
En el Tarot de la familia d'Este y en el de Carlos VI, que cronológicamente sucederían al de Visconti, no encontramos la presencia de La Papisa. Sin embargo, cabe decir que ambas barajas no sobrevivieron a día de hoy en su totalidad, y si bien es cierto que en años posteriores se han recreado y reimaginado, no sabemos si originalmente La Papisa estuvo presente en ellas. Algo similar ocurre con el Tarot de Rothschild, que son dos hojas de cartas sin recortar impresas a finales del siglo XV, que contienen un total de 12 cartas. Las 66 restantes no han sobrevivido.
Tampoco la encontramos en el Tarot de Mantegna, que sí cuenta con la presencia de El Papa.
Pero en donde sí podemos encontrar a la figura de la Papisa, es en el Tarot de Rosenwald, datado del año 1465 y probablemente de origen milanés o florentino.
Otro ejemplo temprano en donde tenemos dicha carta, es en la "Baraja de Budapest", que data del año 1470, aunque probablemente sea más antigua, ya que en realidad no se trata de una baraja de cartas, sino que de un pliego.
Un pliego es una hoja grande de papel, cartón, u otro material similar que contiene múltiples copias de un diseño impreso, listas para ser recortadas. Ésta fue la opción para producir barajas de Tarot de forma mucho más económica y accesible, recordando que en sus inicios únicamente podían ser producidas por familias aristocráticas productos de lo altos costos implicados en su manufacturación.
Este pliego reposa hoy en día en el Museo de las Bellas Artes de Budapest, de allí su nombre.
En concreto, la ilustración de La Papisa es una de las que peor se encuentra preservadas en el pliego, y apenas podemos vislumbrar algunos de sus detalles, más que sus túnicas, su cetro, su corona papal y las llaves de san Pedro en su mano derecha.
También encontramos a la carta de La Papisa en otro pliego de la época: la "Lámina de Cary-Yale", que data del año 1500.
En esta escena, podemos apreciar a la Papisa frente a un atril, con un libro abierto ante ella. Su entorno sugiere la atmósfera de un templo, insinuando que está presidiendo una ceremonia religiosa, posiblemente una misa. A su lado, un acólito se arrodilla, completando la composición de esta imagen sacra.
De finales del siglo XV encontramos una baraja incompleta de Tarot que cuenta con apenas seis cartas sobrevivientes (La Papisa, El Emperador, As de Oros, 2 de Oros, 8 de Oros, y 7 de Bastos), y cuya autoría y lugar de origen aún son desconocidos. Se sabe que esta baraja estuvo en posesión de un anticuario milanés hasta que en el año 1974 fue donada al Museo de Naipes Fournier en España para su conservación.
La Papisa de la colección Fournier es muy similar a la de Visconti, solo que la túnica es negra y el manto es marrón oscuro. Los extremos de la cruz del báculo están aumentados para recalcar su autoridad eclesiástica.
Para el año 1557, se publicaría en la ciudad de Lyon, al sureste de Francia, otra de las barajas más completas y populares de la época: el Tarot de Catelin Geoffroy.
En esta baraja apreciamos nuevamente a La Papisa con sus clásicas vestiduras papales, incluyendo la presencia de un libro en su mano derecha, y en la otra, las llaves de san Pedro. Su rostro se muestra sereno y reflexivo, transmitiendo un aura espiritual y maternal.
Al poco tiempo se publicaría uno de los prototipos más antiguos del Tarot de Marsella: el Tarot de Jean Noblet, que data del año 1650 y que fue publicado en la ciudad de París.
Esta figura, similar a la de Catelin Geoffroy, está ataviada con túnicas voluminosas y el distintivo ropaje pontifical, mientras sostiene un libro abierto en su regazo y lleva la corona del Papa sobre su cabeza.
Alrededor del mismo año se publicaría el Tarot de París, aunque se desconoce a su autor original.
En la ilustración de esta baraja apreciamos a una Papisa solemne y circunspecta. Como ha sido costumbre: ella viste la indumentaria de un Papa, llevando también su respectiva corona, libro y las llaves de san Pedro. A su espalda apreciamos lo que parecerían ser dos pilares gemelos, Jaquín y Boaz, que el ocultista y masón inglés, Arthur Edward Waite, se encargaría de resucitar en su Tarot del año 1909.
A sus espaldas también apreciamos a dos figuras, que probablemente representen dos discípulos. Sin embargo, también es posible que se trate, por su diseño (pues parecieran estar desnudos y peludos) de dos demonios que me recuerdan bastante a las dos figuras que acompañan a la carta del Diablo. De ser así, la ilustración nos diría que la Papisa mantiene el poder del mal a raya, subyugándolo y sometiéndolo.
Otra baraja temprana de la escuela francesa, es el Tarot de Jacques Viéville, que también data de alrededor del año 1650, y que en términos de diseño se asemeja bastante al Tarot de Paris y de Noblet, ayudando a cimentar las bases de la futura escuela marsellesa.
También podemos encontrar a la carta de la Papisa en una de las tantas barajas de la antigua tradición de Tarot Boloñés.
Concretamente, la carta adjunta a continuación proviene de mediados o finales del siglo XVII. En ella, podemos apreciar a la Papisa vistiendo su atuendo característico, además de que con su mano derecha se encuentra realizando el gesto de bendición.
Esta carta sería uno de los vestigios más antiguos sobre la presencia de la Papisa en el Tarot de Boloña, ya que en ediciones posteriores, como las que veremos más abajo, la figura de La Papisa sería sustituida o reemplazada.
Para comienzos del siglo XVIII se publicaría una baraja que continuaría contribuyendo al trabajo de sus predecesoras: el "Tarot de Besançon", que lleva el nombre del territorio en donde fue producida.
Esta baraja fue publicada por el fabricante de naipes Jacob Jerger, y ampliamente distribuida en Suiza, dado que la ciudad de Besançon se encuentra justo en la frontera entre ambos países.
Como dato curioso, esta baraja tuvo dos particularidades únicas: La Papisa y El Papa fueron reemplazados por Juno y Júpiter, respectivamente. Este cambio se produjo para evitar conflictos religiosos entre la población, ya que la carta de El Papa ofendía a los protestantes, y la Papisa ofendía a los católicos, que eran las dos religiones que predominaban en esta zona.
Al año siguiente, es decir, en 1701, se publicaría en la ciudad de Lyon el "Tarot de Jean Dodal", que tuvo un éxito muy significativo en toda Francia, pues fue previsto como un mazo de venta masiva, apostando por un nuevo modelo más simple, económico y accesible. Esto se tradujo en una producción numerosa de copias, convirtiéndolo en la baraja más comercializada de su momento.
En esencia, su autor, Jean Dodal, se basó en el Tarot de Noblet del año 1650, reinterpretando y rediseñando las cartas.
Prontamente, el Tarot de Jean Dodal se convirtió en el prototipo más completo de lo que a futuro se conocería como Tarot de Marsella.
A los pocos años, más concretamente en 1709, se publicaría en la ciudad de Dijon otra baraja de gran repercusión, la cual, continuó trabajando con el legado estandarizado por Jean Dodal. Nos referimos al "Tarot de Pierre Madenie", que también se transformó en un prototipo directo del Tarot de Marsella.
En esta baraja podemos notar que La Papisa ya comenzaría a tener un diseño estándar.
Para el año 1718 se publicaría la baraja de François Heri; autor de origen francés pero radicado en la ciudad suiza de Solothurn.
Sin embargo, también hubo barajas que quisieron tener un patrón artístico propio, desligándose del trabajo de sus predecesores.
Este sería el caso del Tarot de Adam Hautot, publicado en el año 1725 en la ciudad de Rouen, norte de Francia.
Como dato curioso, esta baraja también sufrió la misma modificación del Tarot de Besançon, sólo que La Papisa fue reemplazada por "El Español", y El Papa fue reemplazado por el Dios "Baco".
Y así es como en los siguientes años se fueron publicando muchas barajas de Tarot.
Pero me detendré en el año 1736 para hablar de una de las que tuvo mayor relevancia e impacto cultural, el Tarot de François Chosson, publicado en la ciudad de Marsella.
La difusión de esta baraja estimuló masivamente la producción y el uso extendido del Tarot en esa localidad, consolidando a Marsella como uno de los principales centros del Tarot en Francia.
A partir de aquel minuto, la mayoría de las barajas comenzarían a denominarse con el término general de "Tarot de Marsella", independientemente de su lugar de origen.
Dicha baraja condensaría el trabajo hecho por sus predecesores, respetando el simbolismo, los trazados y el diseño artístico de la escuela marsellesa.
Como hemos podido apreciar, el diseño y los patrones artísticos de La Papisa se han mantenido casi inalterables a lo largo del tiempo, teniendo casi siempre las siguientes características:
✓ Túnicas y vestimentas papales.
✓ Corona papal.
✓ Un libro abierto sobre su regazo.
✓ Rostro solemne.
✓ Se le muestra sentada en un trono o sitial para remarcar su autoridad eclesiástica.
✓ Elementos de simbología religiosa a su alrededor, como cruces, velas, o una cortina a sus espaldas que simboliza el velo entre el mundo terrenal y el espiritual.
✓ El cuerpo y la mirada dirigidos hacia la izquierda, simbolizando el pasado. Este enfoque subraya la importancia de la reflexión, la cautela, eventos que ya han ocurrido, experiencias pasadas, y la exploración de aspectos subconscientes de la mente, que son características típicas de esta carta. Cuando se le retrata mirando hacia la derecha, sugiere un avance reflexivo y prudente.