viernes, 22 de marzo de 2024

¿Por qué Arthur Edward Waite cambió la numeración de La Justicia y La Fuerza?


Arthur Edward Waite (1857-1942) fue un destacado masón y ocultista inglés que dejó un significativo aporte cultural en el mundo de las ciencias esotéricas, especialmente en lo que a Tarot se refiere; desempeñándose como un autor prolífico y una verdadera eminencia en el área. 

Para el año 1909, Arthur Edward Waite publicaría su propia baraja de cartas, el famosísimo "Tarot Rider-Waite", que se convirtió en una de las barajas más populares e influyentes de todo el mundo.

El éxito del Tarot Rider-Waite se debe al hecho de que su autor supo sintetizar correctamente la sabiduría de siglos y siglos de práctica y estudio sobre cartomancia (considerando que las primeras barajas de Tarot comenzaron a producirse a inicios de los años 1400).

Si usted ya conoce el Tarot Rider-Waite, es posible que haya notado una diferencia que sobresale a simple vista si se le compara con otras barajas: la enumeración de "La Justicia" (tradicionalmente numerada con el VIII) y "La Fuerza" (tradicionalmente numerada con el XI).

Waite intercambió intencionalmente las posiciones entre estos dos Arcanos, dejando a La Justicia con el número XI, y a La Fuerza con el número VIII.

... pero: ¿Por qué?

Descubrámoslo a fondo y en detalle en la presente publicación. 

 


El Tarot no tiene autor ni fecha exacta de creación, sino que fue el resultado de una amalgama de ideas y prácticas de la época, las cuales, derivaron de naciones tan diferentes como la italiana, la francesa, la china y la árabe, y de corrientes gnósticas, herméticas y grecorromanas. 

En el año 1441 se crearía lo que actualmente conocemos como el mazo de Tarot estándar más antiguo del que se tenga un registro completo: el "Visconti", ideado por el Duque de Milán, Filippo Maria Visconti, y elaborado por el artista Bonifacio Bembo. Ambos personajes fueron estudiosos del esoterismo, en especial de las corrientes neoplatónicas, las cuales, tuvieron un boom significativo durante el Renacimiento. 

Esta baraja de cartas sentaría los estándares y las bases para todo Tarot creado posteriormente, como el "Tarot de Minchiate" (1466), el "Tarot Sola-Busca" (1491), el "Tarot de Dürer" (1495), el "Tarot de Jean Noblet" (1650), el "Tarot de Viéville" (1650) y el "Tarot de Marsella" (1709).

En todas estas barajas, incluyendo al primero, el Visconti, encontramos la misma enumeración de cartas, destacando que la Justicia tiene el VIII, y la Fuerza tiene el XI.

Esto cambió hasta que siglos después, Arthur Edward Waite decidió alterar el orden entre estas dos cartas.



La Justicia y La Fuerza en el Tarot Visconti


La Justicia en el Tarot Hautot, y La Fuerza en el Tarot Belgijski



La Justicia en el Tarot Minchiate, y La Fuerza en el Tarot Strambo


La razón detrás de este cambio se atribuye a tres factores: "Astrología", "Numerología", y "Narrativa".

Cuando Arthur Edward Waite diseñó su Tarot, se encargó de asociar las cartas de su baraja con la astrología y el abecedario hebreo (que tiene 22 letras; misma cantidad de Arcanos Mayores).

Estos conocimientos eran importantes dentro de los dogmas impartidos por la Sociedad Hermética de la Aurora Dorada, la orden esotérica a la cual Waite pertenecía. 

En este método, cada carta de Tarot tenía su respectivo planeta, signo y letra hebrea, comenzando con la carta de El Loco, que se relaciona con el planeta Urano y la letra Aleph (א), que es la primera letra del alfabeto hebreo, al igual como El Loco es la primera carta del Tarot. Sin embargo, El Loco no se encuentra enumerado con el 1, sino que con el 0, ya que El Loco representa las fuerzas primigenias que dan el impulso y la vitalidad necesaria para emprender algo. Y eso es precisamente lo que significa la letra hebrea Aleph; marca el comienzo de un viaje; es la semilla primordial, el punto cero hacia lo desconocido, la aventura que todavía no comienza. Y así es como tenemos correspondencia entre un Arcano, un signo o planeta, y una letra hebrea. Luego tenemos la carta de El Mago, que se le relaciona con el planeta Mercurio y la letra Beth (ב), y así sucesivamente.

Como vemos, cada carta tiene su respectiva correspondencia astrológica y numerológica de acuerdo al sistema de la Aurora Dorada.

Entonces, por lógica, a la carta número 8, es decir, La Justicia, le correspondería la letra hebrea Tet (ט) y el signo zodiacal de Leo. Esta combinación  se relaciona con virtudes y conceptos como temple, fortaleza, estabilidad y autocontrol.

Sin embargo, para la interpretación de Waite y la Aurora Dorada, estas características no se acoplaban del todo a la carta de La Justicia, sino que más bien parecían ser atributos de La Fuerza.

Y coincidentemente, La Fuerza tampoco encajaba con este sistema, ya que la carta número 11 se encuentra regida por el signo zodiacal de Libra y por la letra Lamed (ל), que se relacionan con el concepto de ley, justicia, equidad, aprendizaje y equilibrio. 

Es por ello que Waite decidió modificar el orden de estas cartas para que así, La Justicia quedara regida con el signo de Libra y la letra Lamed, y a La Fuerza para que termine poseyendo el signo de Leo y la letra Tet.

Esto incluso tiene sentido en términos visuales, ya que Libra y La Justicia comparten la balanza, y Leo y La Fuerza comparten al león.

Además, de todos los signos zodiacales, Libra es el que se encuentra más estrechamente asociado con la justicia. Los nativos de Libra suelen ser percibidos como personas que valoran la justicia, la verdad, la transparencia, el cumplimiento de la ley y la resolución de conflictos mediante búsquedas y soluciones equitativas. 

Por su parte, Leo infunde un carácter noble, audaz, creativo y aguerrido que, combinado con Tet (equilibrio y temple): genera individuos diplomáticos y con una personalidad aventurera pero prudente, siendo fuertes, pero moderados. 

Bajo estos conceptos resulta lógico que la carta de la Justicia se asocie con Libra y la letra Lamed, y la Fuerza con Leo y la letra Tet, y no al revés. 

Como se dijo anteriormente, el Tarot de Arthur Edward Waite tuvo tanto éxito y renombre que se convirtió en una de las barajas más utilizadas del planeta, siendo prácticamente el mazo estándar del mundo moderno.

En consiguiente, la mayoría de los mazos contemporáneos siguen el sistema de Waite y de la Aurora Dorada, que coloca a la carta de La Fuerza inmediatamente después del Carro. 

Y aquí hay otra razón de peso para respaldar este intercambio: la "secuencia narrativa" del Tarot, o lo que en términos populares se conoce como "El Viaje de El Loco". 

El Viaje del Loco es una representación simbólica del viaje espiritual o la búsqueda de conocimiento que experimenta una persona a lo largo de su vida.

Esta cadena de acontecimientos inicia con el Arcano número 0, es decir, el Loco, quien va progresivamente conociendo al resto de los Arcanos Mayores del Tarot, aprendiendo de ellos diferentes mensajes o lecciones que le ayudarán a lo largo de su travesía. 

Y es por ello que El Loco se enumera con el 0, ya que es puro, despreocupado, no tiene preconcepciones ni juicios formados sobre el mundo que le rodea, estando ansioso por llenar su cabeza de cosas nuevas.  El Loco también lleva el número 0 porque representa el principio de un viaje, el comienzo de un ciclo. Es la "semilla primordial" que representa la letra hebrea Aleph. 

A medida que el Loco avanza a través de los Arcanos Mayores, se encuentra con una variedad de desafíos, lecciones y experiencias que lo ayudan a crecer y a evolucionar espiritualmente.

Por ejemplo, al comienzo de su viaje, El Loco se topa con El Mago, quien se encuentra enumerado con el 1.

El Mago simboliza el poder de la manifestación, la habilidad para crear y transformar la realidad a través del conocimiento y del dominio práctico.

Cuando el Loco se encuentra con el Mago, aprende sobre el potencial creativo que posee y cómo puede utilizar sus habilidades y recursos para iniciar su viaje con determinación y confianza. El Mago le enseña al Loco sobre la importancia de la voluntad, la concentración y la acción consciente. También lo invita a ser proactivo y a tener una postura determinada, ya que el Mago encarna la polaridad masculina del universo. 

Tras este encuentro, el Loco prosigue su su viaje para posteriormente encontrarse con la Suma Sacerdotisa.

La Suma Sacerdotisa es un símbolo de misterio, intuición y conocimiento oculto. 

A través de este encuentro, el Loco aprende a confiar en su intuición y a explorar los reinos del subconsciente. La Suma Sacerdotisa le enseña al Loco la importancia de escuchar su voz interior, de conectarse con su intuición, de explorar los aspectos más profundos de una circunstancia, y también: a moverse con cautela, conservando la calma incluso en situaciones difíciles. 

Esto se debe al hecho de que la Suma Sacerdotisa, a diferencia de El Mago, condensa las energías y fuerzas femeninas del universo.

Tras despedirse de la Suma Sacerdotisa, el Loco también comprende que el universo se encuentra impregnado por esta dualidad: el Mago representa una, y la Sacerdotisa representa otra, que es lo mismo que predica el Yin y el Yang, o el Shiva-Shakti.

Más adelante, el Loco se encuentra con El Carro, que es el Arcano número 7.

El Carro representa la voluntad triunfante y el dominio sobre las fuerzas externas, marcando un momento de impulso, acción, coraje, arrojo y determinación. 

El Carro le enseña al Loco a tomar las riendas de su destino y a avanzar con confianza hacia sus metas, superando obstáculos y desafíos con valentía, determinación, ímpetu, imposición y un espíritu aguerrido y dominante. No por nada el conductor del Carro es un guerrero que ha participado en mil batallas. Incluso, en algunas barajas de Tarot El Carro se conoce con otro nombre: "La Victoria".

En términos esotéricos, las primeras siete cartas del Tarot representan la formación primigenia del ego, así como el desarrollo de una psique adulta y competente que lo lleva desde su más temprana pureza (El Loco) a su más aguerrido espíritu (El Carro). Este proceso implica el aprender a desempeñar un papel y a suprimir las emociones o deseos que uno, por naturaleza y por ignorancia, se entrega.

Por lo tanto, tiene mucho sentido que La Fuerza aparezca después del Carro. ¿Por qué? Porque La Fuerza nos recuerda que, para continuar avanzando, debemos primeramente controlar y dominar el aspecto más turbio e impetuoso de nuestro ser, especialmente cuando el Carro transmite una energía tan cruda y potente.

Si el Loco no aprende a canalizar esta fuerza, podrá tomar decisiones equivocadas en el nombre de La Justicia, creyendo que puede estar luchando por una causa justa, cuando en realidad, está siendo injusto y subjetivo. Él tiene que aprender a canalizar el poder y la fuerza de El Carro antes de seguir avanzando.

Y La Fuerza le enseña precisamente al Loco que la verdadera fortaleza reside en el dominio de uno mismo y en el manejo de nuestras emociones, utilizando la compasión, la paciencia, la persuasión y la serenidad como principales herramientas.

De hecho, el león de esta carta representa los contenidos repudiados del inconsciente: aquellos que nos vuelven inquietos, impulsivos y violentos, y que exigen atención. Y la mujer del dibujo, que se ve tranquila y dominada, representa una fuerza interior profunda y una calma que trasciende las apariencias externas del poder físico.

Ella domina a la bestia salvaje. No con violencia. No con armas. Ella no está peleando ni empleando la fuerza bruta en contra del león. Ella hace uso de su poder de voluntad, de su temple, de su tacto, y de su persuasión, transmitiendo la idea de que a veces debemos practicar el concepto de lucha no violenta.  

Por lo tanto, tiene más sentido que El Loco aprenda esta clase de valores y enseñanzas lo antes posible para continuar su viaje, sobre todo una vez que haya conocido al Carro, que emana una fuerza cruda y muy potente que, para aprovecharla, se debe canalizar y enfocar bien. 

Esto no desmerece el mensaje ni el significado de La Justicia. Al contrario: este cambio hace que La Justicia se transforme en un valor supremo mucho más elevado y difícil de alcanzar, destinado únicamente a los verdaderos merecedores. 

Uno no puede alcanzar a la Justicia si actúa de forma salvaje y tempestuosa. 

Además, La Justicia es tremendamente objetiva, no subjetiva.

Resulta que muchas personas creen que están siendo justas cuando en realidad están siendo injustas, habiendo subjetividad de por medio. Muchos hablan en el nombre de la justicia, pero no la practican como debería ser. 

Un ejemplo de esto es cuando un país invade a otro por motivos egoístas, como la expansión territorial, el control de recursos naturales o la imposición de ideologías políticas y religiosas con la excusa de estar haciendo un bien. Aunque los líderes de un país pueden justificar esta invasión utilizando argumentos de seguridad nacional, liberación de la opresión u otros pretextos, en realidad pueden estar persiguiendo sus propios intereses a expensas de la soberanía y el bienestar del país invadido y de su población.

En tales casos, la percepción de justicia está influenciada por la perspectiva sesgada y los intereses particulares de quienes toman las decisiones. Lo que consideran justo desde su punto de vista puede ser profundamente injusto para quienes sufren las consecuencias de la invasión.

Tomemos otro ejemplo: la Inquisición.

Durante la Inquisición, la Iglesia Católica Romana estableció tribunales para investigar y castigar a aquellos que se consideraban herejes o que practicaban otras religiones, incluyendo judíos, musulmanes y aquellos que mantenían creencias que divergían de la doctrina oficial de la Iglesia. Estos tribunales a menudo utilizaban métodos brutales y coercitivos para obtener confesiones, como la tortura, y las penas incluían la confiscación de bienes, la cárcel e incluso la ejecución mediante métodos terribles, como la hoguera.

Aunque los inquisidores argumentaban que estaban actuando en nombre de la verdad, de la ley, de la justicia y luchando por la salvación de las almas, muchos de los juicios y castigos fueron impulsados por motivaciones políticas, económicas y religiosas.

Entonces, la Inquisición aplicaba la ley; pero una ley subjetiva que defendía sus intereses y que era totalmente injusta con otros, pero al fin de cuentas, una ley, una justicia que debía respetarse y acatarse. 

Entonces, si al Loco le entregamos el poder del Carro sin antes haberlo instruido en el verdadero concepto de justicia; podría cometer muchos errores.

Y es la carta de La Fuerza quien lo puede instruir a evitarlos. 

Al tener control sobre sus propios instintos y emociones, El Loco estará mejor equipado para tomar decisiones equitativas en el futuro, y así, actuar con integridad en sus interacciones con quienes le rodean.

Esto hará que El Loco pueda hablar y moverse en el nombre de La Justicia; carta que representa verdad, equidad, transparencia, ley, rectitud, orden, imparcialidad y ecuanimidad.

Al Loco no podemos dejarlo suelto por ahí con un concepto errado de justicia. Antes hay que educarlo. Primero debe aprender a controlar sus propios impulsos y a enfocar el poder que se le ha entregado (a través del Carro), para que de este modo obre de manera inteligente y objetiva. 

Una vez que El Loco aprenda dicha lección (a través de La Fuerza), podrá continuar su camino hasta que finalmente se encuentre apto para conocer al Arcano 11, que en este caso es la Justicia. 

Éstas son las causas por las cuales en el Tarot de Arthur Edward Waite, y sus derivados, encontramos a La Fuerza y a La Justicia intercambiadas en términos numéricos. 

Algunos autores más puristas prefieren mantener el sistema original, aquel que proviene del Tarot de Marsella, del Tarot de Hautot, Belgijski, de Noblet o de Visconti. Incluso, el destacado ocultista, Aleister Crowley, que fue contemporáneo a Waite, además de inglés e integrante de la Aurora Dorada, también mantuvo la carta de La Justicia con el número 8, y a La Fuerza con el número 11 en su baraja ("El Tarot de Thoth").

Otros prefieren acoplarse a la modificación efectuada por Waite, sobre todo si se realizan lecturas con una orientación espiritual y terapéutica.  

Al final, la elección de seguir las modificaciones de Waite u otros enfoques de Tarot depende del practicante individual y de su conexión personal con el simbolismo y la tradición de la cartomancia. Lo más importante es que la práctica sea significativa y útil para el practicante y para aquellos que buscan orientación y claridad a través de las lecturas, y la presente publicación únicamente plasmó los motivos que llevaron al cambio. 



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Nota final: Si desea leer el Viaje de El Loco, haga click en el siguiente enlace: